Q POLVO ECHAN

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viernes, 5 de febrero de 2010

Capitulo 7




Una mañana más, Emilio se acerca lleno de esperanzas e ilusiones hasta el bar en donde está David. Emilio se estremece cada vez que lo ve. Cuando se va acercando ve que David está en la barra pero luego entra en el almacén.
--¡no puede ser¡ --dice Emilio ansioso.
A Emilio le da algo si no lo ve más de cerca. Teme que el chico no salga. No quiere entrar sin estar seguro que es él quien saldrá. Teme que sea la chica quien lo atienda. David no tarda en salir para alivio de Emilio. El guapísimo camarero se queda en la puerta del bar hablando con un chico. Las mesas y las sillas de la terraza ya están colocadas pero no los cojines que están todos sobre una mesa y de hecho hay mesas que limpiar. Emilio se espera a que David vuelve a entrar. Justo en el momento que lo ve en la barra limpiando es cuando entra.
--¿un zumo de naranja natural?¿mediano? –le pregunta David casi ni mirarlo.
David le sirve y continua limpiando las tapas de la nevera. Lleva un trapo en el hombre. El guapo camarero luce una camiseta marrón. Los pantalones son amplios, cortos. Como tampoco le hace caso pues Emilio no demora su estancia en el bar. Prepara el dinero y en un momento en que David se le acerca se lo da.
--vale –dice David.
No le dice nada más a Emilio ni cuando éste se despide de él. Emilio se va contento pero triste porque día a día siente que ama más a ese chico pero para David Emilio no es más que un desconocido, alguien que no le interesa y eso a Emilio le duele. Le duele mucho. Se refugia en su osito. Le habla a él. Es su único “amigo”,
--Hoy me ha atendido él pero ha pasado de mí. Estamos los dos solos que es lo que yo quería pero no ha ocurrido nada… De hecho ahora veo que es mejor que haya alguien más porque él habla y me entero de cosas de su vida.
No quiere estar triste pero no puede evitar que se le escape una lágrima:
--Más tampoco le puedo pedir… me ha atendido él… hombre tenía la esperanza que me fuera tomando confianza y llegara un momento que me hablara pero ya veo que esto no pasará. Almenos me consuela que si lo veo en la calle nos podremos saludar.
No le pide más. Aunque le gustaría tenerlo todo de David se conforma con verlo de lejos, con disfrutar de su presencia. Supone que su trabajo en el bar debe ser sólo por el verano. Teme el día en que no pueda disfrutar de ese chico a diario. Le consuela pensar que se conocen suficiente como para saludarse si se ven en la calle.
Emilio está gastando mucho dinero para acercarse a David:
--Es una tontería porque ya veo que no pasará nada –le va diciendo al oso.
Pero Emilio necesita ver a David:
--pero merece la pena… Lo veo y aunque no me hable… pues que yo esté yendo todos los días me da derecho a decir que nos conocemos y a esperar que me salude si me ve por la calle.
Lo que si ve que no tiene sentido es ir dos veces en un mismo día como ya ha hecho otras veces.
--Es tirar el dinero y ya estoy gastando bastante… con una vez al día es suficiente…
Esto lo dice para auto-convencerse porque tiene muchas ganas de verlo. Cada jueves va a llevar comida a una anciana amiga de su abuela. Es el único día en la semana que pasa a esa hora. Recuerda la primera vez que fue a esa hora.
--hoy repites ¿no? –le preguntó simpático.
Emilio fue muy feliz y por eso cada jueves le gusta ir por si le vuelve a hablar pero no se ha vuelto a repetir algo parecido. Se dice así mismo que no debe volver al bar a hacer gasto pero a la vez tiene muchas ganas de volver. David le gusta mucho y quiere seguir disfrutando de él.

A la una de la tarde, Emilio vuelve a pasar por el bar. Siente que el corazón se le va a salir por la garganta al verlo. David está en la barra escribiendo. Emilio tiene tentaciones de ir.
--¡pero qué locura¡ --se dice así mismo-- ¿después de lo que pasó ayer?
A Emilio le pone triste recordar como el día anterior, David se negó a atenderlo y fue a buscar a la otra chica.
--¡no, no puedo cometer el mismo error¡
Además en poco más de una hora, Emilio vuelve a pasar por el bar. Es justo la hora y el día en el que David le habló por primera y única vez, algo más allá de lo necesario. Aunque no ha vuelto a pasar nada, Emilio se emociona siempre que llega ese momento. Se repite que no debe seguir gastando dinero pero a la vez se muere de ganas de volver a estar cerca de David.




A las dos y cuarto, Emilio está de nuevo llegando al bar. Durante todo el camino se va diciendo que si entra, que si no.
--¡entro¡
No tiene dinero y lo tiene que sacar de los ahorros que le hace su abuela pero es que le es difícil renunciar a David. Tiene la esperanza que ese día pase algo especial entre ambos y esa ilusión es más importante que cualquier otra cosa. David está solo y Emilio no se lo piensa. En el momento que va a entrar ve que David sale. Se queda de pie en la puerta fumando tranquilamente. A Emilio le sabe mal molestarlo. David se sienta tranquilamente en una las mesas de fuera fumando. Emilio quisiera ser amigo de David para poder acompañarlo pero sabe que lo único que hará es interrumpirlo.
--No puedo ser tan cabrón –se dice Emilio.
Llega un cliente, David deja el cigarro en un rincón de la mesa y lo atiende. Emilio piensa que puede ir justo cuando se vaya el cliente y antes que David salga pero se ha dejado el cigarro encendido, Emilio supone las ganas que tendrá David de fumárselo.
--¡Si voy no es bueno para él, no puede esperar nada de él, que sea amable¡ ¡¡es que hasta se va a cagar en toda mi familia¡¡ --se va diciendo Emilio.
Como lo ama y no lo quiere molestar, Emilio es consciente que lo mejor que puede hacer por David en ese momento es dejarlo en paz. Se le hace muy sensual verlo fumar.
--a ver que hace.
Va entrando gente.
--pobre, no lo dejan tranquilo –va diciéndose Emilio –con todo lo que trabaja y no le dejan ni un momento tranquilo para fumarse un cigarro.
Emilio es consciente que lo que menos desea David en ese momento es que Emilio entre. Queda sólo un hombre. David fuma, se queda en la calle hablando con el cliente. Da una calada al cigarro. Lo apura bien. Lo tira al suelo. Arregla una mesa, limpia. Entra y lo ve yendo al almacén.
--¡qué mala suerte¡
Le da rabia perder la oportunidad de ver a David de cerca pero se alegra de no haber entrado a molestarlo. Ha sido su sacrificio de amor. Vuelve a salir.
--¡epa como fuma¡ --dice Emilio al ver que David enciende el segundo cigarro.
Quisiera entrar pero:
--¡es que lo voy a molestar, me sabe mal¡ --se dice Emilio.
Está sentado en un banco. Justo delante. Lo ve bien y le excita mucho.
--¡así fumando es más macho¡
David se queda fumando apoyado en la pared. Se ve agotado, agobiado y el cigarro lo relaja. Tira el cigarro y enciende el tercero. Lo tira y se queda quieto apoyado en la pared. Entonces es el momento en el que Emilio entra. Ve que en el suelo hay muchas colillas:
--¡seguro que todas son suyas¡ --dice para sí.
Emilio entra en el bar y David con él. Se saludan. Le pide un batido de chocolate. Es lo que siempre le pide los jueves. David pone el helado en la máquina, la leche y lo deja batiendo y se va. Emilio se sorprende mucho. Eso nunca lo había hecho.
--¿es por mí? –piensa Emilio.
David va mirando el reloj calculando el tiempo que tarda en batirse. Le da la espalda a Emilio. Emilio se entristece.
--No puede ser casualidad. Debe notar que me gusta y le molesta. –va pensando.
David se acerca a la batidora. Pone el batido en el vaso. De nuevo en la batidora con más leche. No le dice nada a Emilio pero se queda al lado de la batidora. Normalmente David le dice que beba, que le pone lo que sobra. No le dice nada pero bebe y David le pone el resto. Normalmente David limpia bien la batidora pero en esta ocasión la deja solo en agua. Emilio no sabe si es que no tiene ganas de trabajar y no quiere estar cerca de él. Se va a la barra del fondo. Emilio siente que le huye y eso le entristece. Le pide que le cobre. Tiene el teléfono en la mano pero no habla con nadie.
--si ahora…
David se acerca. Emilio le da un billete. No se tocan pero sí con el cambio. Sus dedos se rozan. Le cobra 10 céntimos más del precio marcado.
--venga, merci –le dice David.
David se queda en la puerta. Emilio pasa por su raro pero tiene que volver a entrar porque se ha dejado la gorra que lleva. David lo mira raro pero hace gesto de conformidad al ver que se había dejado algo. Emilio lo vuelve a saludar y David responde de pasada. Emilio se queda a la distancia viendo a David.
--el pobre está solo y aburrido. Le podría hacer compañía –piensa.
Vuelve a fumar.
--¡qué guapo es¡ --suspira Emilio.
Se apoya en una mesa. Llega un chico. Se sienta en la mesa en la que David tiene el trasero apoyado. Hablan.
--¡qué suerte¡ --piensa Emilio.
Entra con amigo. Ha tomado algo. Luego vuelven a salir. Amigo se sienta en mesa, David de pie. Con los brazos cruzados. Sexy. Guapo.
--Me encanta.
Emilio se va con un sabor agridulce. Le gusta mucho David pero se da cuenta que a él le molesta su presencia.
--En vez de acercarme a él yendo todos los días cada vez es más frío… ¡no tiene sentido lo que hago¡ --se dice amargamente.

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