viernes, 5 de febrero de 2010

Capitulo 12




Emilio, recién despertado, abraza a su osito que tiene al lado.
--¡Que duro que se me está haciendo todo¡
Emilio suspira pensando en David y en el sueño que acaba de tener.
--Es que con el duro periodo de abstinencia en el que estoy viviendo y va hoy sueño con mi camarero guapo. ¡Es que no me lo puedo creer¡
Emilio le sigue hablando a su osito:
--tengo ganas de verlo pero me está costando mucho superar la tristeza por la tontería de aquel antipático y no me quiero arriesgar. No se merece que vuelva y ojalá se note mi ausencia y se sepa que es culpa de él.

Emilio se la pasa encerrado en su casa. Tranquilo pero no pasa muy buena semana. Desea ir a ver a David pero sabe que no debe hacerlo, que le lastima sentir el rechazo de David. Emilio despierta sonriendo. Hace ya 6 días que no ve a David. Le habla a su osito.
--Han sido cinco días de dura abstinencia pero ¡¡ya no puedo más¡
Emilio está muy enamorado de David y no quiere dejar de verlo. No puede.
--He hecho lo correcto no yendo en toda la semana… él se tiene que dar cuenta que me ha hecho daño pero tampoco puedo dejar de ir de golpe…
Emilio siente como si David fuera su droga y aunque quiere dejar de pensar en él no le es fácil:
--Necesito verlo aunque sea sólo una vez a la semana para sacarme el mono, para ir desenganchándome hasta que pueda vivir sin verlo.
Le causa tristeza pensar en que llegará un día que David habrá desaparecido del todo de su vida pero sabe que no le queda más remedio.
--Verlo me provoca demasiada ansiedad y si ni siquiera a saludarlo si lo veo en la calle tengo pues no tiene sentido que siga insistiendo…
David se le ha metido en la sangre, lo necesita para vivir.
--soy consciente que él no se merece mi amor, que piense en él, que llore por él. No puedo permitirme gastar todo el dinero que estoy gastando y menos si encima no voy a obtener nada.


Emilio se acerca al bar muy exaltado y con muchas ganas de verlo a David. Justo cuando pasa no ve a David y eso le angustia.
--¡que rabia¡
La que está en la barra es Yoli que lo mira con muy mala cara. Emilio se da cuenta que Yoli está molesta porque se ha dado cuenta que sólo iba buscando algo con David y ha dejado de ir cuando ha visto que es imposible.
--¡pues que esperaban… con lo mal que David se ha portado conmigo¡ --dice Emilio para sí.
Pasa de largo pero no se da por vencido. Ha pasado toda la semana entre sentir que quería ir al bar pero que no debe y ahora que se ha animado a ir lo que le faltaba es que él no estuviera. Emilio da una pequeña vuelta y regresa. David está en la barra. Emilio piensa que es la chica quien atiende a la barra y que David saldrá a la terraza pero no. David atiende la barra. Le pone un refresco a un cliente. Emilio lo tiene delante. Le tiembla todo.
--hola –le dice David como si tal cosa.
David siente un calor extraño al tener delante a Emilio. Por un lado ese chico le produce rechazo y por el otro le duele pensar que lo ha lastimado.
--bueno, algo es algo –piensa Emilio por el saludo de David.
A Emilio le hubiera gustado que después de seis días sin verse, fuera simpático. No ha sido especial como le hubiera gustado pero sí correcto. David lleva la camiseta roja con letras de Hollywood que Emilio ya le conocía. Emilio ama a David pero además lo desea. Le ve mucho el trasero y eso lo excita. Los pantalones son anchos y no se le marca culo. Eso sí, al cobrar cuando va a la máquina y está un rato para clasificar el dinero se le hace una arruga muy sexy. Es una arruga grande que atraviesa todo el trasero y a Emilio le pone cachondo. Le gusta mucho. No le atiende David.
--¡Yoli, sal¡
Emilio no se ha acordado que eso es lo que él siempre teme y que por eso siempre se esperaba a que no hubiera clientes, por miedo a que, pese a estar David en la barra, salieran refuerzos y no le tocase él. Lo que pasa es que Emilio tenía tantas ganas de verlo, temía que si dejaba pasar ese oportunidad después no lo enganchase. Yoli sonríe a Emilio. Lo trata con amabilidad. Emilio se deleita con la imagen del trasero de David por un buen rato. Emilio está contento de ver a David pero eso no cura sus heridas. Yoli ha vuelto al almacén. Emilio ya ha tomado su zumo, está con el dinero en la mano y David pasa de él cuando Emilio ha visto que a otra gente no lo hace esperar.
--¡¡es vergonzoso que me tengan tanto rato así¡ --piensa Emilio.
Se da perfecta cuenta que David no quiere atenderlo y eso le duele:
--¡así que de volver lo mínimo para sacarme las ganas¡ --piensa Emilio.
David está por salir en la barra.
--¿me cobras? –le tiene que decir.
David agarra las monedas. Marca los 2.55 en la máquina. A Emilio le da un frío vale. Normalmente le decía: venga, vale. Gracias. También le dice adiós cuando Emilio se despide. No ha sido borde pero no es lo que Emilio busca. Así se lo cuenta a su oso:
--Si yo voy por él y él hace todo lo posible por no atenderme…. ¡no tiene sentido¡
A Emilio se le escapa una lágrima.
--y es una lástima porque es guapísimo y me gusta mucho. Me gusta de verdad. Me ha hecho vivir unos momentos inolvidables y justo ahora que es cuando más lo necesite.
El verano se le hace muy duro. Luego cuando vuelva a clase, la universidad lo distrae. Llena su vida. Ahora es David lo único que tiene.
--No tiene sentido que siga gastando dinero… es mejor quedarme con los momentos que he vivido¡

Pese a que no se deja de repetir que es una tontería gastarse el dinero en ir al bar cuando David no lo soporta, a Emilio le gusta mucho. Además es domingo. Su abuela le gusta que lo acompañe a misa. Mientras ella está en la iglesia le da dinero para que vaya a tomar algo.
--¡sería una tontería que fuera a otro sitio¡ --piensa Emilio.
Así que no se quiere resistir. David está en el mostrador del fondo y Emilio pasa de largo. En seguida ve como David sale a la terraza con el cambio. Los pantalones son muy anchos pero cuando se inclina se le ve un buen culito y a Emilio eso le enciende mucho. Emilio entra. David está hablando muy simpático con la señora a la que días atrás atendía a gritos (a la que le preguntaba sino quería también el periódico) En ese momento salía Yoli con un periódico que le entrega a la señora. Es Yoli quien atiende a Emilio. Arriba más gente. Le piden unos helados para llevar y ella va a buscarlos al almacén. David, al ver a gente esperando, enseguida entra.
--¿Quién es ahora?¿ya están?
Nadie de ese grupo le dice nada. Así que Emilio se aprovecha y dice:
--¿me cobras?
David se muestra tranquilo aunque le pone tenso estar con Emilio.
--2,55
Emilio se lo da justo.
--vale –David.
Emilio se va justo en el momento que David está atendiendo a un anciano. Emilio se ha deleitado un rato con el trasero del guapo David. Emilio se abraza a su osito:
--Me gusta, me gusta mucho… Si pueda estar fuera mirándolo… No hace falta gastar para verlo…
Pero Emilio sabe que se pondría demasiado ansioso y entraría:
--y si a él le molesto tampoco tiene sentido. Mejor ni entrar.
Y le duele en el alma pensar que tiene que renunciar a lo más bello que le ha dado la vida.
--Este tío me gusta mucho, me tiene enamorado.
Emilio no sabe cuanto resistirá sin verlo:
--¡¡tengo tantas ganas de verlo¡



Es de noche, David sale del trabajo. Camina por el parque habitual. Pasa por los lavabos. Justo en la puerta se encuentra con un rubio muy guapo y amable. Le suena su cara. Lo que más rabia le da es que no ha coincidido con él. Le hubiera gustado conocer sus partes más secretas. El rubio se aparta y le aguanta la puerta. Le saluda muy simpático y a David le gusta mucho.
--¡que simpático¡ ¡¡Espero que me lo encuentre otro día haciendo pis y que sea igual de simpático¡ --piensa.
Al entrar se encuentra al musulmán que le encanta lavándose las manos.
--¡que rabia…¡ --piensa David.
David se pone cachondo al imaginarse a esos dos guapos juntos en el lavabo y lamenta no haber llegado unos segundos antes. Al chico árabe se le ven los calzoncillos. Ve a ese chico casi todos los días. El día anterior también lo vio y llevaba los mismos calzoncillos. Verdes oscuros.
--¿es que nunca se los cambia? –piensa.
No deja de mirar al chico. Le gusta mucho. Tiene ese culo en pompa y le cuesta mucho controlarse y no darle un pellizco. Le gustaría mucho vivir su primera vez con él.

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