viernes, 5 de febrero de 2010

Capitulo 10

Los chicos del tren:
Aaron Díaz: el morenazo

Álvaro Cervantes: el que muestra el culo.

Peter Lanzani: el guapo rubio.

taylor lautner es el macarrilla del grupo

Agustin Sierra: el no guapo que le habla.

Brando Peniche: el que se da cuenta que David los mira.


David se encuentra en medio de unos jóvenes tan guapos como borrachos y drogados. Además sin camisa. Le gusta un morenazo y quiere ir al ataque. Se ha enamorado de su espalda y desea ver ese torso desnudo de frente. Confía que las copas de más de ambos sea algo a su favor. De pronto David se pierde ante otra bella estampa. Otro de los chicos del grupo, también bastante guapo y sin camisa, ¡se baja los pantalones. Muestra su trasero al desnudo. David mira esa bella parte ebrio de deseo. Está al lado del chico y tiene que hacer un gran esfuerzo por no darle un buen pellizco. David está impresionado.
--¡guau… ¡que culo¡ --dice para sí—Nunca había visto un culo tan bonito.
A David le ha gustado mucho ese culo. Pequeño y peludo. Le gusta mucho. Vergas ha visto en los baños pero hacía tiempo que no veía un culo decente y menos tan de cerca. Le gusta mucho lo que ve. No es capaz de moverse. El deseo lo ha paralizado. Y lo tiene tan cerca… Daría lo que fuera por poder poseer ese trasero que se le está ofreciendo. El dueño de ese culo está animando a todos su amigos a que hagan lo mismo y David se muere del deseo.
--¡¡que le hagan caso… que le hagan caso¡ ¡¡En especial el moreno¡ --piensa David.
Él mismo se bajaría los pantalones para ver si los otros se anima si no le diera tanto miedo que todos se den cuenta de la fuerte erección que tiene. Ninguno le hace caso. El chico del culo precioso no lleva camisa. Se le ve bien los calzoncillos. David mira la parte de delante por si también la está mostrando pero no. Por la parte de arriba los tiene bien subidos y no se ve lo que le interesa a David. Entonces David ve que se le escapa el moreno y va hacia él. Justo en el momento que está por alcanzarlo se pone la camiseta (es negra)
--¡que rabia¡ --piensa David.
David sigue con sus amigos pero pendiente del grupo de guapos y procurando que no se den cuenta que los desea. Están muy borrachos. Algunos se tambalean. Eso podría ser un punto a su favor pero también en contra. Le da miedo que sean agresivos con él si se dan cuenta que es gay. Prefiere callar, frustrar una vez más sus deseos. Estar al acecho, esperando y deseando que cualquiera de ellos toma la iniciativa y pueda al fin estrenarse que es algo que le da miedo pero le apetece mucho. David pasa por el lado de otro de esos guapos. Un rubiazo. Guapo. Como sus amigos tampoco lleva camisa. David le ve bien su tierno pecho. Tiene barriguita pero está bueno. A David le gusta. De hecho no hay ninguno de ese grupo que no le guste. David está enfermo de deseo. No sabe a dónde mirar.
--¡no podría ser amigo de ellos… se me iba a notar¡ --va pensando mientras babea.
Los chicos guapos están bastante drogados y ebrios. Hacen bastante escándalo. Son bastantes y todos sin camisa y guapos. El moreno (el único que lleva la camiseta puesta) es el más guapo. El más fuerte, el más maduro.
--¡pedazo de macizo¡ --piensa David.
También es el más sensato, el menos perjudicado. Después de mirar a cada uno de esos guapos, David lo tiene claro:
--¡me quedo con este¡ --piensa mirando al moreno.
Pero sus hormonas están desatadas:
--una buena mamada se las haría a todos…
El grupo de David y detrás el de los guapos suben al tren. Al mismo tren. Suena una alarma ya que los guapos están golpeando la puerta. David se mantiene apartado pero mirando a esos chicos. Los desea pero a la vez los teme porque se ven demasiado gamberros. Un rubiazo se sienta casi enfrente de David. Muy macarra, muy guapo. Sin camisa como todos. A David le gusta mucho el tierno pecho de este rubio. Lleva pircieng en un pezón algo que pone aún más cachondo a David.
--¡que guapo es¡ --va pensando David.
El único chico no guapo del grupo de los guapos pero también sin camisa se sienta al lado de David. Aunque no le atrae, David está demasiado cachondo y le fascina el tierno pecho de ese chico que se ve menor que él. El jovencito es el único que le habla a David. Le pregunta donde va el tren y hacia donde se dirige él. Aunque no le gusta físicamente, David necesita de un desahogo y bien ese jovencito que tiene al lado podría dárselo. David ve al moreno pasar por su lado. Bajan los de seguridad y entonces el tren arranca. El rubio macarra que tiene sentado en frente David, se levanta y se acerca a la ventanilla y comienza a insultar a los de seguridad. A los guapos se le van los ojos hacia un grupo de chicas. Se mezclan los tres grupos: los de las chicas, los de los guapos y el grupo de David. Se quedan en el vagón del lavabo fumando porros.
--¡que peste¡ --dice el morenazo que no fuma.
David casi se marea pero se queda, apartado pero en el grupo. Le molesta que los chicos le coqueteen a las chicas. Él está caliente. Le gustaría joder con todos esos chicos guapos.
--Esto es el paraíso… ¡¡es que no sé con quien me gustaría joder¡ ¡me gustan todos¡ --va pensando David.
Se fija en otro de los guapos. Pelo oscuro. Sin camisa. Lo mira intensamente. Es el único que se da cuenta de cómo lo mira David. Siente pudor y se pone las manos cubriéndose el pecho y David no puede disfrutar de él. David se corta un poco. No le gustaría que esos chicos le hicieran un escándalo ante sus amigos.
Tanto los guapos como las chicas bajan en la estación de al lado. A David le da rabia pensar que alguna de ellas pueda gozar de lo que él no. Se encierra en el wáter y se masturba a la salud del morenazo y sus amigos.




Apenas ha podido dormir 3 horas. David está en su trabajo. De muy mal humor. Lo que menos le apetece es ver a Emilio. Con lo cachondo que le han dejado los chicos del tren le da rabia que el único que se fija en él haya sido Emilio que no le atrae para nada. Emilio llega con ilusión y esperanza. No quiere aceptar que a David le molesta verlo.
--¡seguro que lo de ayer lo malinterpreté¡ --se dice.
Llega prontito, a las 10,15. Apenas abren pero es que tiene muchas ganas de ver a David. No desea que se le escape. David luce una camiseta azul y pantalones cortos pero Emilio se da cuenta que no siempre lleva los mismos porque estos con cortos por encima de las rodillas. David está colocando con la terraza. Emilio pasa por su lado y David ni lo mira cuando en las mismas circunstancias otras veces sí le ha saludado. Eso le duele mucho a Emilio. Casi se rozan cuando entran. Lo tiene tan cerca. Emilio se estremece. Él no dice nada. Está dolido y tampoco le interesa forzar a David. David entra y sale con una silla. Luego entra y va gritando a un cliente que está en la terraza y por lo que se ve lejos:
--¿¿una mediana?¿y no quieres el periódico? –esto último con ironía-- ¡pues te lo vas a buscar¡
David se ve simpático con ese cliente. Una mujer. David está dentro cuando Emilio se va y ni se molesta en decirle adiós y eso hiere mucho a Emilio.
--¡no puede ser casualidad¡ --va diciendo Emilio muy molesto mientras va volviendo a su casa.
Está muy herido. Va gritando sin importarle que la gente se dé cuenta.
--¡a un cliente diario no se le trata de esta manera¡¿tanto le molesto? ¡Si me he gastado un montón de dinero¡ ¡¡que no me sobra¡ ¡¡ha sido un sacrificio y todo para verlo a él¡ ¡¡Si me conformo sólo con verlo de lejos¡
Emilio no puede dejar de llorar. Está verdaderamente herido.
--¡¡pero se ha acabado, me lo tengo que arrancar del alma por mucho que me cueste¡
El día anterior Emilio pasó muy mal día por culpa de su encuentro con David. Tenía la ilusión que todo se iba a arreglar pero ha empeorado. Llora abrazado a su osito.
--Hoy el imbécil del bar me ha demostrado que es tan guapo como capullo. ¡Se ha acabado de suicidar¡ ¡¡está muerto para mí¡
Emilio está realmente enamorado de David y tiene una gran herida dentro de su alma.
--Desde que comenzó esta loca aventura tenía la ilusión de muchas cosas pero jamás pensé que sería tan antipático. Definitivamente hoy acaba esta historia de amor que de hecho nunca empezó.
Las lágrimas mojan al osito. Emilio se las va secando mientras le habla como si el osito pudiera entenderlo. No quiere preocupar a su abuela. Tampoco cree que ella lo entendiera. El osito es su único desahogo:
--No pienso volver al bar aunque me cueste. No debería haber ido hoy para que él se diera cuenta que estoy dolido… ¡a él le da igual a ver si a su jefa¡ ¡¡es que me he sentido tan humillado¡ ¡¡tengo que tener orgullo.
David ha sido su alegría y ahora está siento su pena. Se siente como si en serio hubiera tenido algo con él y ahora estuviera dolido por la ruptura. Algo dentro de él se ha muerto. Está decidido a sacarse de la cabeza a David y es que no quiero no volver a pasar por delante del bar.
--¡¡quiero que él sepa que no me importa¡¡¡y ojalá en el bar sepan que no voy por culpa suya¡

Amanece un nuevo día. Es la primera vez en más de un mes que Emilio no va al bar de David. El chico se le ha metido bien a dentro. Es como si David fuera una droga y ahora que Emilio quisiera dejarla de golpe no pudiera y tuviera el síndrome de abstinencia. Necesita ir. Está desesperado.
--¡necesito verlo¡ ¡¡aunque sea sólo una vez más¡
Siente una angustia que no se puede sacar de adentro.

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