viernes, 5 de febrero de 2010

Capitulo 9



Una mañana más, Emilio entra en el bar. Y lo hace contento porque David está en la barra. Fuera. Es decir justo al lado de donde se pone Emilio. Está haciendo montoncitos con las cajas de las servilletas. Emilio mira de reojo a David. Le gusta mucho el chico. No se fija en la camiseta que lleva pero sí en su trasero. Los pantalones son muy anchos y se le aplastado pero le gusta, le gusta mucho. Los jeans son cortos pero por debajo de la rodilla. Los dos anteriores sí llevaba calcetines pero en esta ocasión no los lleva. Los zapatos parecen unos suecos. A Emilio le atiende una chica rubia.
--te va a pedir un zumo de naranja natural mediano –le susurra David.
La rubia igualmente se le pregunta. David está hablando con la jefa. Emilio oye que ella le llama David. Emilio dibuja una sonrisa.
--David… Es un bonito nombre… Tiene cara de David –piensa.
En alguna ocasión le había parecido que lo llamaban así pero no está seguro. Ahora lo ha oído perfectamente. Le gusta poder llamar por su nombre al chico del que se ha enamorado. Suena el teléfono. David es quien atiende. Tiene que ir a la barra del fondo. En una mesa cercana a esa barra hay un hombre sentado.
--¿qué desea? –le pregunta David.
El cliente el pide un café. La cafetera está en la barra del fondo. Emilio se espera a que David esté de nuevo con ellos para irse. David se coloca de nuevo al lado de Emilio. Al entrar Emilio no ha dicho nada pero le ha sabido mal que David ni se girase para mirarlo.
--¡es lo que tenía que haber hecho¡¡ --piensa Emilio.
Al salir Emilio sí se ha despedido de su amado y David no le ha dicho nada. Emilio se refugia en su osito. Está triste.
--¡que antipático que es mi guapo del bar¡ ¡¡me tiene que tener manía porque sino no se entiende… al principio era más simpático conmigo¡ ¡¡encima que me estoy gastando un dineral…¡
A Emilio le duele que David sea así con él. David es su sueño y no le pide nada a cambio. Se conforma con estar a su lado pero siente el rechazo de David y eso lo está lastimando.
--espero que almenos si algún día me lo encuentro por la calle que me salude.
A la una volverá pero le ha dejado mal sabor de boca y le quiere dar opción a que se arregle.
--Espero encontrarlo solo. No me gustaría quedarme con esta amargura dentro. Seguro que estaba de mal humor y a la una todo se arregla.


Con esa esperanza, Emilio pasa toda la mañana pendiente del reloj. Pasa por el bar a las 13,05. No está.
--¿¿¡¡QUË?¡¡
Emilio no puede creer su mala suerte. No puede creer que tenga que esperar hasta el día anterior para tratar que se arreglen las cosas. Emilio da vueltas para darle tiempo a llegar y justo cuando se da por vencido y se dispone a regresar a su casa, David pasa por su lado. Había ido a tirar la basura. David pasa por el lado de Emilio pero ni lo mira. Emilio se queda en shock. Jamás esperó una reacción así de David. La calle es estrecha. Los dos frente a frente. Es imposible que David no lo haya visto. Pasa pegado a la pared para no tener que acercarse a Emilio. Éste lo ve irse incrédulo.
--¡¡no me lo puedo creer¡ ¡¡Este tío es imbécil¡ ¿¿a un cliente se le hace eso? ¡¡con todo el dinero que me he gastado¡ ¡¡es que es para poner una reclamación y hacerle un lio¡ --va diciendo Emilio una vez David se ha ido.
Emilio se ha quedado tan sorprendido que no ha sido capaz de decirle nada pero le ha dolido mucho lo que ha pasado.
--¡¡si me hace esto ahora que trabaja¡ ¿¿qué me hará el día que ya no esté en el bar?
Emilio supone que el trabajo de David es de verano y que llegará el momento en que dejará de verlo. Le consolaba pensar que se conocen, que se saludarían. Ahora ve que esa no es la intención de David y eso duele. Duele mucho. Le molestó que la chica no le dijera nada pero con David no lo esperaba y eso lo lastima. No ha querido saludarlo. ¿para qué imponer un saludo? Emilio lo único que quería era tener el derecho a saludarlo si se veían en la calle pero David no quiere saber nada de Emilio. Le incomoda mucho sentir su deseo. Le hace sentir cosas que no quiere aceptar y menos hacia alguien con Emilio cuya homosexualidad es pública. Teme que si se le relacione con él la gente no tarde en darse cuenta que es como él y eso le da pánico a David. Sobretodo por el rechazo de sus padres. Emilio está muy dolido.
--Creo que con lo que me he gastado me merezco otro trato. Está claro que no he sido discreto, que se ha dado cuenta que le gusto y le da asco ¡¡pero no es para tanto¡
Las lágrimas deslizan por sus mejillas. A Emilio le ha molestado mucho lo que ha pasado con David.
--¡no debería volver al bar¡ ¡¡a ver si a la jefa le gusta perder a un cliente por culpa de él¡
Pero David le gusta mucho. No sabe el tiempo del que podrá disfrutar de él en el bar.
--¡no quiero renunciar a él¡ ¡¡si le molesta verme que se aguante¡
Le gusta mucho verlo y no quiere dejar de verlo mientras tenga la ocasión.
--Después me será fácil dejar de pensar en él. Seguro.
No esperaba gran cosa cuando decidió que se convertiría en cliente del bar pero no esperaba algo así. No ve que tenga razón de ser.
--¡tampoco le he hecho nada¡

Emilio pasa muy mala tarda. Su osito panda es su único consuelo. Abrazado a él llora y desahoga su pena.
--Este camarerito no sabe el daño que me ha hecho. Él me aportaba alegría a mi vida y ahora me la ha quitado. Es evidente que le molesta mi presencia y por eso ha ido cambiando y cada vez era más frío conmigo pero ¿Tan descarado soy?¿y qué más le da si lo ama, si me muero por él? ¡no le pedía nada, sólo su compañía¡
Las lágrimas mojan al osito:
--¿¡es que ni un saludo merezco?¡
Ha pasado toda la tarde encerrado en casa. No piensa salir.
--¡lo que tengo que hacer es cortar, no volver al bar¡
Emilio está muy dolido. Él iba cada día y si deja de ir se va a notar que algo ha pasado.
--¡eso tengo que hacer que se dé cuenta del daño que me ha hecho y si le causo problemas mejor¡
Emilio llora. Está dolido pero lo ama a David. Se aferra mucho a su osito.
--es que lo amo tanto.
Le hace daño pensar en que un día David ya no esté en el bar, que no vuelva a verlo. Lo gusta gozar de él. Le duele pensar en dejar de verlo así de repente. Es ya viernes. El fin de semana no hacen nada en la tele que le guste y los días se le hacen aún más pesados.
--No me hubiera gustado tener que enfrentarme al fin de semana con esta herido –dice con amargura.
Está dolido. Herido. No entiende la reacción de David. Siente que debería estar orgulloso de tener un cliente tan fiel y que sea sólo por él.
--Lo único que me puede reprochar es que lo haya estado espiando pero ¿qué daño lo hacía?
Aunque le duele ya ha decidido que no volverá a espiarlo.
--¡tampoco volveré a verlo¡ ¡¡Tengo que olvidarlo¡
Y tomar esa decisión es algo que lo lastima mucho pero es que el rechazo de David le ha dolido en el alma.
--Se ha acabado esta pequeña historia de amor. Un amor que es sólo mío. Un amor que me está matando porque es sólo mío.
Llora amargamente. Se seca las lágrimas.
--¡No, no voy a llorar¡ ¡no voy a llorar por él¡ ¡¡lo voy a olvidar, no voy a pensar más en él¡ ¡¡sólo ha sido un guapo más que he conocido y del que he gozado¡

Esa noche David sale de fiesta con sus amigos. Por suerte son todos feos así no tiene tentaciones. Disco, bebida, tras bebida. La ciudad se les ha quedado pequeña y así que se van de fiesta a una ciudad vecina. Han abierto una discoteca que les ha recomendado. El alcohol hace olvidar a David sus frustraciones. Se le van los ojos hacia los chicos guapos, sus traseros, sus paquetes. No quiere que sus amigos sepan que es gay pero cada vez le cuesta más disimular. Justo al amanecer su grupo de amigo se mezcla con otro. Borrachos, drogados. Casi no se tienden en pie pero guapos ¡¡Guapísimos¡ Pese a que hace frío, están todos sin camisa. A David se le revolucionan las hormonas. Está cachondo como nunca antes lo había estado. El alcohol le hace olvidar un poco sus temores. Si le dieran la oportunidad se lanzaría sobre cualquiera de esos chicos. Le llama la atención un morenazo impresionante. Muy guapo, muy hombre. Es el que se ve más macho del grupo. Muy cachas ¡y sin camisa¡
--¡no me lo puedo perder¡ --piensa.
Van juntos hacia la estación a tomar el tren. David acelera el paso. Quiere encontrarse cara a cara con el morenazo.
--¡¡cómo me gustaría que ese moreno me robara la virginidad¡ --piensa David.
Esa espalda, ese trasero le tiene enloquecido. Excitado.
--¿¿¿y si le digo que me gusta? ¡¡a lo mejor se la puedo mamar¡
Eso le gustaría mucho.
--¡siempre puedo decir que estoy borracho y no sé lo que hago¡
Muy excitado, David se lanza hacia la conquista del morenazo.

Aaron Díaz es el morenazo de la estación.

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